Según la tradición, Roma se fundó en el 753 a.C., sobre una de las Siete Colinas (término utilizado durante siglos para hacer referencia a las colinas Capitolina, Quirinal, Viminal, Esquilina, Celia, Aventina y Palatina que rodean la antigua comunidad). Sin embargo, los hallazgos arqueológicos indican que el asentamiento humano del territorio data, al menos, del año 1000 a.C. La colina Capitolina fue durante mucho tiempo la sede del gobierno de Roma, y la colina Palatina lo fue de magníficos edificios, como el Palacio de los Flavios, construido por el emperador romano Domiciano. Como resultado de la actividad edificadora a través de los siglos, apenas se pueden distinguir las colinas de la llanura adyacente. Otras colinas de Roma son la Pinciana (Pincio) y el Janículo.
La Presencia de Roma
La presencia de Roma en la península siguió la ruta de las colonias comerciales griegas; sin embargo esa presencia comenzó con una lucha entre este gran imperio y Cartago por el control de Mediterráneo occidental durante el siglo II a.C. De cualquier manera, fue en ese periodo cuando la península se introdujo como entidad en la escena política internacional de la época, y desde entonces se convirtió en un objetivo estratégico codiciado, debido a su peculiar situación geográfica entre el Atlántico y el Mediterráneo, y a la riqueza minera y agrícola de su parte meridional.
Creditos a: Rhandy Huaccha y Javier Vargas